He conocido a este amigo por más de 10 años, él fue una persona muy importante en la industria de los medios de comunicación y publicidad y siempre había sido una persona muy fuerte y “dura”. Tenía que serlo, pues estaba a cargo de una de las mayores compañías televisoras en este país.
Él tiene una familia encantadora y son su principal tesoro.
Una de sus hijas un día se enfermó y murió en el hospital. Estaba destrozado, cuando lo vi apenas pude reconocerlo. Ese hombre alto y fuerte se veía tan pequeño y débil. Estaba rodeado de muchas personas que le daban el pésame.
Siempre he admirado a las personas que saben decir las palabras correctas en el momento adecuado. Yo siempre me quedo trabado en esas situaciones, no he encontrado palabras para consolar a una persona que está de duelo en una situación tan terrible.
Así que me quedé allí mirando la escena sin poder articular palabra.
Yo te mentiría si te digo que puedo imaginar un dolor tan grande, pues no he estado en una situación como esa, por lo tanto estando ahí me sentía impotente. ¿Qué se puede decir a alguien en esa situación?
Había demasiada gente a su alrededor y me sentía inútil y lo único que pude hacer es quedarme de pie en silencio.
Finalmente el momento que tanto temía llegó. Mi amigo me miró y se puso de pie y se acercó a mí.
Cuando estaba frente a mí, todo lo que pude hacer fue darle un fuerte abrazo y permanecer en silencio. No estoy seguro de cuánto tiempo le di el abrazo pero él sólo repetía: “Gracias, gracias” por un rato.
No dije una palabra todo el tiempo que estuve allí con él. No se me ocurrió nada que valiera la pena decir.
Pocas semanas más tarde, me encontré con él en un restaurante e inmediatamente vino a mi encuentro. Él me dio un cálido abrazo y me dijo que, de todos los gestos amables que había recibido en ese momento tan difícil, mi abrazo había sido algo que sintió muy real y reconfortante.
Él me miró y dijo: “A veces el silencio dice más que mil palabras”
He estado pensando acerca de esa experiencia durante mucho tiempo. No estoy diciendo esto de una manera jactanciosa, pero sólo con la intención de compartir esta experiencia. Realmente me sentí triste por su pérdida ese día y de alguna manera la única forma que encontré para expresar lo que sentía fue a través de ese abrazo. Fue sincero y bien intencionado.
Y después de esa experiencia he podido atestiguar el poder del silencio. El silencio tiene una magia propia, úsalo sabiamente y verás los resultados.
A veces, al no decir ni una palabra comunicamos más, a veces hacemos mejor la no hacer nada. Aprende a ver la diferencia.
Algo para reflexionar.
Más allá del silencio
He conocido a este amigo por más de 10 años, él fue una persona muy importante en la industria de los medios de comunicación y publicidad y siempre había sido una persona muy fuerte y “dura”. Tenía que serlo, pues estaba a cargo de una de las mayores compañías televisoras en este país.
Él tiene una familia encantadora y son su principal tesoro.
Una de sus hijas un día se enfermó y murió en el hospital. Estaba destrozado, cuando lo vi apenas pude reconocerlo. Ese hombre alto y fuerte se veía tan pequeño y débil. Estaba rodeado de muchas personas que le daban el pésame.
Siempre he admirado a las personas que saben decir las palabras correctas en el momento adecuado. Yo siempre me quedo trabado en esas situaciones, no he encontrado palabras para consolar a una persona que está de duelo en una situación tan terrible.
Así que me quedé allí mirando la escena sin poder articular palabra.
Yo te mentiría si te digo que puedo imaginar un dolor tan grande, pues no he estado en una situación como esa, por lo tanto estando ahí me sentía impotente. ¿Qué se puede decir a alguien en esa situación?
Había demasiada gente a su alrededor y me sentía inútil y lo único que pude hacer es quedarme de pie en silencio.
Finalmente el momento que tanto temía llegó. Mi amigo me miró y se puso de pie y se acercó a mí.
Cuando estaba frente a mí, todo lo que pude hacer fue darle un fuerte abrazo y permanecer en silencio. No estoy seguro de cuánto tiempo le di el abrazo pero él sólo repetía: “Gracias, gracias” por un rato.
No dije una palabra todo el tiempo que estuve allí con él. No se me ocurrió nada que valiera la pena decir.
Pocas semanas más tarde, me encontré con él en un restaurante e inmediatamente vino a mi encuentro. Él me dio un cálido abrazo y me dijo que, de todos los gestos amables que había recibido en ese momento tan difícil, mi abrazo había sido algo que sintió muy real y reconfortante.
Él me miró y dijo: “A veces el silencio dice más que mil palabras”
He estado pensando acerca de esa experiencia durante mucho tiempo. No estoy diciendo esto de una manera jactanciosa, pero sólo con la intención de compartir esta experiencia. Realmente me sentí triste por su pérdida ese día y de alguna manera la única forma que encontré para expresar lo que sentía fue a través de ese abrazo. Fue sincero y bien intencionado.
Y después de esa experiencia he podido atestiguar el poder del silencio. El silencio tiene una magia propia, úsalo sabiamente y verás los resultados.
A veces, al no decir ni una palabra comunicamos más, a veces hacemos mejor la no hacer nada. Aprende a ver la diferencia.
Algo para reflexionar.